¡Buen día seguidores!
Hoy 25 de octubre, es otro cumple mes de mi
querido blog.
Hace pocos días, en la Argentina se festejó
el día de la madre. Recibí de parte de mi hijo Bruno un regalo muy tentador
para que sea motivo y tema de la entrada de hoy:
FRIDA
KAHLO – Detrás del espejo, de Gerry Souter
Gerry Souter, artista y autor de grandes éxitos, supo
volcar en este libro la vida y obra de Frida, matizada con sus cartas, sus
obras más famosas en una prosa fluida de su vida privada y amorosa.
Me tomé el atrevimiento de copiar varios documentos
textuales y redactar una parte de su historia referida al accidente que tuvo en
1926.
En una entrevista con la autora Raquel Tibol, Frida
contó:
Los camiones de mi época eran absolutamente
endebles, comenzaban a circular y tenían mucho éxito; los tranvías andaban
vacíos. Subí al camión con Alejandro Gómez Arias. Yo me senté en la orilla,
junto al pasamanos. Momentos después el autobús chocó con un tren de la línea
Xochimilco. El tren aplasto el autobús contra la esquina. Fue un choque
extraño; no fue violento, sino sordo, lento y maltrató a todos. Y a mí mucho más. … El choque nos tiró hacia
adelante y a mí el pasamanos me atravesó como la espada a un toro.
Ni bien se encontró con su madre le advirtió que estaba
viva y que no pensaba en morirse ya que debía cumplir con sus deseos de pintar.
Pero Frida sufría mucho… el 25 de abril de 1927 le
escribe una carta a Alejandro:
Mi Alex:
Ayer
estuve muy mala y muy triste, no te puedes imaginar la desesperación que llega
uno a tener con esta enfermedad, siento una molestia espantosa que no puedo
explicar y además hay a veces un dolor que con nada se me quita. Hoy me iban a
poner el corsè de yeso, pero probablemente será martes o miércoles porque mi
papá no ha tenido dinero – y cuesta sesenta pesos – y no es tanto por el
dinero, porque muy bien podría conseguirlo, sino porque nadie cree en mi casa
que de veras estoy mala, pues ni siquiera puedo decirlo porque mi mamá, que es
la única que se aflige algo, se pone mala, y dice que fue por mí, que soy muy
imprudente. Así es que yo y nadie más que yo soy la que sufro, me desespero y
todo. No puedo escribir mucho porque apenas puedo agacharme, no puedo andar
porque me duele horrible la pierna, ya me canso de leer -no tengo nada bonito
que leer-, no puedo hacer nada más que llorar y hay veces que ni eso puedo. No
me divierto en nada, ni tengo una sola distracción, sino nada más penas, y
todos los que alguna vez me vienen a ver me chocan muchísimo. Todo esto lo
pasaría si tú estuvieras aquí, pero así me dan ganas que me lleve lo más pronto
el tren […] no te puedes imaginar cómo me desesperan las cuatro paredes de mi
cuarto. ¡Todo! Ya no puedo explicarte con nada mi desesperación.
Mucho tiempo después, en 1946, la médica alemana
Henriette Begun, hizo conocer el parte médico de Frida de ese momento:
Accidente que produjo: fractura de tercera
y cuarta vértebras lumbares, tres fracturas de pelvis, once fracturas en pie
derecho, luxación de codo izquierdo, herida penetrante de abdomen producida por
un tubo de hierro que entró por cadera izquierda saliendo por el sexo,
rompiendo lado izquierdo. Peritonitis aguda. Cistitis con canalización por
bastantes días. Encamada en la Cruz Roja por tres meses, la fractura de columna
pasó desapercibida para los médicos hasta que la enferma fue atendida por el
doctor Ortiz Tirado, quien ordenó la inmovilización con un corsé de yeso
durante nueve meses [...]. A partir de entonces tiene ya la “sensación de
cansancio continuo” y a veces dolores de la columna y pierna derecha, que no la
dejaran ya nunca.
Pobre Frida… no tuvo ni una infancia, ni una adolescencia, ni una vida feliz. Sin embargo, se las ingenió para
hacer lo que deseaba, imponerse y perdurar.
¿Pavada de ejemplo no?